Efectos de la música en la regulación emocional de los adolescentes en la actualidad.
Delimitación: Adolescentes entre 13 y 19 años, en un contexto urbano, analizando el impacto
psicológico que tiene la música en la regulación emocional durante situaciones de estrés,
tristeza y felicidad.
En la actualidad, la salud mental de las personas ha disminuido significativamente. “La tasa
regional de suicidio ajustada por edad aumentó un 17% entre 2000 y 2019. Ocho de cada diez
personas con una enfermedad mental grave no reciben tratamiento. En 2020, durante la
pandemia de COVID-19, los trastornos depresivos graves aumentaron un 35% y los
trastornos de ansiedad un 32%” (PAHO, 2024)
La búsqueda de métodos accesibles y efectivos para regular las emociones se ha
intensificado. La música ha surgido como una de las herramientas más utilizadas y accesibles
para este propósito. (Lajer, Dorr, & Schwarcz, 2022)
Diversos estudios han señalado que la música puede tener un efecto positivo en la regulación
de emociones. Me parece importante recalcar que la música puede tener un efecto
inconsciente en nuestras emociones, y podemos investigar sobre qué tipo de música afecta
negativamente nuestras emociones. (José, 2016)
La música tiene un impacto significativo sobre la regulación mental de los adolescentes. Esto
tiene variaciones dependiendo del género musical, la situación emocional y las características
individuales. Por estas razones la música puede ser empleada como herramienta para mejorar
la salud mental.
Objetivo general: Identificar el impacto psicológico de la música en la regulación emocional
de los
adolescentes en la actualidad.
Específicos:
1. Analizar las emociones más comunes que los adolescentes asocian con diferentes
géneros musicales.
2. Examinar cómo los adolescentes utilizan la música en situaciones de estrés, tristeza, o
felicidad como una estrategia de regulación emocional.
3. Determinar si existen diferencias significativas en el impacto de la música en la
regulación emocional según el género, la edad, o las preferencias musicales de los
adolescentes.
La salud mental de la población, y específicamente de los adolescentes se ha convertido en
una prioridad debido al aumento de trastornos emocionales recientemente. La música al ser
una herramienta accesible y culturalmente relevante ofrece un enfoque innovador y que no ha
sido abordado para la regulación emocional.
Haciendo una investigación más profunda de en qué maneras los adolescentes perciben y
utilizan la música en sus vidas diarias, se pueden desarrollar estrategias de apoyo emocional
más específicas. Así como utilizarlas en entornos educativos, familiares y de salud para
mejorar el bienestar emocional de los jóvenes y reducir los efectos del estrés.
Esta investigación busca tanto entender el papel de la música en la vida de los adolescentes,
tanto como contribuir a encontrar herramientas para fortalecer la salud emocional.
Para poder entender mejor el efecto que la música ejerce sobre las personas en cualquier
etapa de la vida es necesaria la disciplina de la Psicología de la Música. Esta disciplina es una
de las especialidades de la psicología que se empezó a desarrollar en el siglo XX. Lo que
estudia es desde el efecto beneficioso de la música en una gran variedad de manifestaciones
de la personalidad, la conducta y de los diversos trastornos hasta planteamientos más
enfocados en condicionantes sociales, gusto musical, influencia de la música, el sentimiento
musical, etc. “El estudio del comportamiento musical ha de observar desde sus comienzos,
que el individuo comprende una dimensión biológica, otra psicológico-emocional y su
inserción en un entorno o medio social. Por lo tanto ha de contemplar la influencia que
representa la música en su totalidad para el cuerpo, la mente, la emoción y el espíritu, y cómo
se relaciona este individuo con la naturaleza y el medio social.” (Carpio & Bermúdez, 2009)
Lo que escuchamos es una imagen auditiva que depende de nuestro cerebro para poder
procesar una cantidad de información, ya que este es el órgano que analiza la percepción. La
música es sonido, el sonido es vibración. La vibración, que es energía, llega a nuestro cerebro
y a nuestros oídos en forma de ondas. Estás pueden ser de diferente naturaleza. Agradables,
desagradables, tranquilizadores etc. pero definitivamente transmiten un mensaje que puede
ser más o menos significativo según diferentes factores. (Carpio & Bermúdez, 2009)
La audición es el resultado de una excitación producida por ondas sonoras sobre las
terminaciones del nervio auditivo, que se transmite al centro auditivo del cerebro y da lugar a
una sensación auditiva. El oído es el más cualificado de los estímulos sensoriales cerebrales
ya que el 50% corresponden al oído, que despierta e impulsa al cerebro, además de protegerlo
contra el deterioro. En cuanto a la audición, las reacciones físicas están en la zona bulbar.
Aquí el ritmo afecta la fisiología y la acción. En el diencéfalo, la zona profunda del cerebro
es asiento de las emociones. La vida emocional es afectada por la melodía gracias al
diencéfalo que recibe los motivos y diseños melódicos. Por último la actividad intelectual se
encuentra en el nivel cortical. Mientras más armónica sea la música, más representaciones
intelectuales se presentan en esta zona del cerebro. (Carpio y Bermúdez, 2009)
Se ha demostrado por un experimento realizado en la facultad de psicología de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, en México por el profesor Roberto Valderrama Hernández,
que parte del impacto de la música en nuestro cerebro es debido a que las notas musicales
“generan” energía. Los ritmos musicales estimulan diferentes áreas del cerebro, fortalecen el
aprendizaje y la memoria, regulan las hormonas del estrés, evoca experiencias y recuerdos,
inciden sobre los latidos, la presión arterial y el pulso, modulan la velocidad de las ondas
cerebrales y ofrecen más activación cerebral que ningún otro estímulo. (Ancajima, 2020)
La música tiene una compleja actividad cerebral que nos permite incluso modificar la
conducta. La relación del desarrollo cerebral en cuanto al número de las conexiones
funcionales entre las diferentes áreas cerebrales depende completamente del número de
conexiones neuronales establecidas mediante las experiencias musicales vividas. Suponiendo
que el comportamiento musical nos proporciona satisfacción, felicidad. La música estimula
los centros cerebrales que mueven las emociones y siguiendo un camino de interiorización ,
nos puede impulsar a manifestar nuestra pulsión, nuestro sentimiento musical, o dejarnos
invadir por la plenitud estética que nos hace felices. (Lajer, Dorr y Schwarcz, 2022).
Desde esta perspectiva, la música nos ayuda en nuestro desarrollo psíquico y emocional,
proporcionándonos el equilibrio necesario para alcanzar un nivel adecuado de bienestar y
felicidad. La música considerada como arte, ciencia y lenguaje universal, es un medio de
expresión sin límites que llega a lo más íntimo de cada persona. Puede transmitir diferentes
estados de ánimo y emociones por medio de símbolos e imágenes aurales, que liberan la
función auditiva tanto emocional como afectiva e intelectual. Escuchar y “hacer” música
desarrolla la sensibilidad, la creatividad y la capacidad de abstracción o análisis.
Nos propicia a descubrir nuestro propio mundo interior, la comunicación con la sociedad y la
captación y apreciación del mundo que nos rodea. (Ancajima, 2020).
Para investigar los efectos de la música en la regulación emocional de los adolescentes en la
actualidad, es importante considerar diversos factores. Entre ellos, el tipo de música que
escuchan, la frecuencia y duración de la exposición, la intensidad del sonido y el propósito
con el que utilizan la música, como relajación, meditación o concentración. También es
relevante analizar cómo la música influye en sus estados emocionales, niveles de estrés y
ansiedad, capacidad para regular el estado de ánimo, autoestima y desempeño académico. Las
experiencias previas con la música, ya que pueden influir en la forma en que la música
impacta su bienestar emocional.
3. Efectos socio emocionales de la música
La música tiene una influencia significativa en el mundo de las emociones. Como
mencionaba, lo que escuchamos es una imagen auditiva que depende de nuestro cerebro para
poder procesar una cantidad de información. La música llega a nuestro cerebro y a nuestros
oídos en forma de ondas. El cerebro implica no sólo el pensamiento, sino también la
afectividad. El pensamiento, que es la computación de símbolos está localizado en zonas
corticales. La afectividad, que es el contenido básico de la conciencia está el el sistema
límbico, tálamo, hipotálamo, que se encuentran en el diencéfalo y el lóbulo temporal. (Carpio
y Bermúdez, 2009)
La afectividad al ser una actividad psíquica es el contenido básico de la conciencia. De toda
la conciencia sigue un afecto. La unidad de valoración objetiva es la estructura material que
realiza las funciones del pensamiento y se encuentra en las zonas corticales. Esta unidad se
conoce como el analizador superior de la sensibilidad. Aquí se guardan las huellas afectivas y
se lleva a cabo el proceso de fusión entre el componente objetivo y afectivo. La conciencia se
produce como resultado de los procesos de conmutación del análisis objetivo y de la
valoración afectiva del cerebro. La complejidad del cerebro, el cuál está formado por más de
cien mil millones de células, conexiones neuronales, neurotransmisores, la liberación de
endorfinas (como dopaminas, que su liberación produce sensación de bienestar). Todo esto
nos lleva a pensar que el comportamiento humano no está arraigado en el cerebro sino
también en sus componentes químicos que produce. (Carpio & Bermúdez, 2009)
“El cerebro recibe, procesa, almacena datos y reacciona con variedad de respuestas. Pero es
necesaria una transducción para convertir esas señales externas en códigos eléctricos y
químicos que alcancen la conciencia individual.” (Carpio & Bermúdez, 2009)
Según el número de conexiones neuronales mediante las experiencias musicales vividas
nuestro cerebro precisa una información sensorial que es enviada a través de impulsos
codificados. El cerebro recibe, procesa y almacena datos y con eso genera una variedad de
respuestas. Esto cambia según el sistema referencial de cada individuo. Ya que los
neurotransmisores controlan tanto funciones de nuestro organismo como estados
emocionales, las neuronas tienen una gran importancia para el comportamiento musical.
(Carpio & Bermúdez, 2009). Las neuronas determinan la capacidad de modificar su
estructura y conexiones, llevando a moldear los circuitos cerebrales de cada persona. Los
humanos tenemos una necesidad de estimulación sensorial para la organización sensorial y su
desarrollo. Si a las personas les falta el impulso sensorial adecuado en música, existe un
déficit cerebral. Sin la educación musical adecuada, estos cerebros tienen un déficit en
funcionalidad, con neuronas específicas que se “congelan”. Sin un sistema o régimen
referencial, nuestro cerebro no aprende. Nosotros interpretamos los estímulos recibidos en el
sistema referencial. Al interpretar estímulos auditivos, es decir al actuar sobre sonidos,
nuestra red de neuronas se amplía con múltiples conexiones únicas. Son huellas dactilares
que han dado lugar a nuestra actividad musical. (Carpio & Bermúdez, 2009)
El comportamiento musical nos proporciona satisfacción y felicidad. La música estimula los
centros cerebrales que tienen un efecto en las emociones y provocan un camino de
interiorarización. Puede impulsar nuestra pulsión, nuestro sentimiento musical, o invadirnos
de plenitud estética. La música nos ayuda a nuestro desarrollo psíquico y emocional,
proporcionándonos equilibrio para alcanzar un nivel de bienestar y felicidad. Puede llegar a
lo más íntimo de cada persona, transmitiendo diferentes emociones por medio de símbolos e
imágenes aurales. Liberando la función tanto auditiva como emocional. (Carpio & Bermúdez,
2009)
La música nos puede conducir a una rearmonización del estado de ánimo y de sentimientos.
Nos ayuda con recursos y procedimientos para expresar y controlar emociones. Para entender
esto hay que tener en cuenta qué hay una relación muy estrecha entre un estado de ánimo en
específico y su expresión exterior. Esto nos permite actuar sobre las emociones con la música.
Con esta relación se forma un mecanismo de retroalimentación donde no solo el estado de
ánimo produce una expresión emocional, sino que está expresión despierta o mantiene el
estado de ánimo. (Carpio & Bermúdez, 2009)
La música afecta el nivel psicofísiológico de una manera tan fuerte que existe una necesidad
de estimular pensamiento positivo y emociones constructivas mediante la música. Se puede
observar que al escuchar una audición adecuada podemos obtener un estado de relajación en
el que la curva respiratoria y la frecuencia cardiaca disminuyen significativamente. Por lo que
varía la actividad de las ondas alfa del cerebro. De igual manera el ritmo puede influir en las
personas, desarrollando la memoria del movimiento emocional. La música nos dirige a
determinados procesos psicomotrices que afectan nuestro mundo emocional. (Carpio &
Bermúdez, 2009).
3. Efectos de la Letra de las Canciones en las Emociones
La música que la mayoría de los adolescentes entre 13 y 19 años en la actualidad escuchan,
no contiene información exclusivamente melódica. Por lo que me parece relevante evaluar el
impacto emocional que la letra de las canciones puede tener en su estado emocional. La voz
hablada viene de la zona del cerebro subcortical, que a la vez es el centro que rige emociones.
El tono hablado manifiesta los estados afectivos y emocionales. La repetición constante de
sonido con la voz puede llevar al cerebro a alcanzar altos niveles de conciencia ya que la
resonancia viaja directo al cerebro. Esto ha sido practicado desde hace milenios en
tradiciones orientales como “mantras”. (Carpio & Bermúdez, 2009).
La letra de las canciones reflejan el sentir de sus oyentes, preocupaciones e intereses. Las
personas usan la música para aliviar el estrés y la ansiedad para mejorar su bienestar
emocional y mental. Park y Heggli demostraron en 2021 que existen variaciones en las
preferencias musicales según el día de la semana y a lo largo del día. La música al ser
particularmente efectiva para apoyar el bienestar emocional y regular las emociones durante
las variaciones causadas por eventos con consecuencias emocionales durante ciertos periodos
de la vida. La música siendo un elemento de autorregulación es la fuente de consuelo más
importante en comparación con otros comportamientos relajantes ofreciendo alivio en
situaciones de pérdida y tristeza. Las letras de las canciones pueden generar datos que
completen y validen resultados a partir de métodos acústico. La detección del estado se
animó en el marco de la música, tanto en letra como en audio tiene información útil.
(Palomeque, 2021)
Esta estrecha relación entre la música, las letras y las emociones humanas ha motivado a
investigadores de distintas disciplinas a profundizar en cómo la exposición repetida a ciertos
mensajes musicales puede influir no solo en el estado de ánimo momentáneo, sino también en
la construcción de la identidad emocional a largo plazo. En el caso de los adolescentes, etapa
crítica del desarrollo psicológico y social, el consumo musical actúa como un medio de
expresión personal y de pertenencia a determinados grupos o culturas juveniles. (Palomeque,
2021). Además, estudios recientes han mostrado que la música con letras que expresan
vulnerabilidad emocional o experiencias personales puede facilitar la catarsis, al permitir que
los oyentes se identifiquen con el contenido y liberen tensiones internas. Este fenómeno se ve
reflejado especialmente en géneros como el pop, el rap o el indie, donde las letras tienden a
abordar temáticas íntimas y sociales que resuenan con las vivencias del público joven.
(Palomeque, 2021) En contextos terapéuticos, se ha empezado a utilizar la composición o
análisis de letras como herramienta en sesiones de musicoterapia, favoreciendo la reflexión
emocional y el autoconocimiento. La música, entonces, no solo entretiene, sino que también
educa emocionalmente, modula la conducta y ayuda a desarrollar una mayor conciencia de
los propios estados internos. (Palomeque, 2021). Analizando letras de canciones podríamos
detectar patrones lingüísticos y emocionales, lo que abre nuevas posibilidades en campos
como la salud mental, la publicidad y la educación emocional. Estos análisis permiten
identificar tendencias culturales, estados anímicos colectivos e incluso predecir estados de
riesgo en ciertas poblaciones a partir del contenido lírico de su música más escuchada.
La música es una herramienta compleja de regulación emocional que involucra componentes
biológicos, psicológicos y sociales. Su estudio desde la Psicología de la Música ha permitido
entender cómo influye sobre el comportamiento humano, no solo a través de su dimensión
estética, sino mediante su impacto directo en la mente, el cuerpo y las emociones (Carpio &
Bermúdez, 2009).
Durante la adolescencia, etapa caracterizada por una alta sensibilidad emocional y
construcción de identidad, la música puede cumplir un rol central como vehículo de
expresión y autorregulación. Al escuchar música, se activan distintas zonas cerebrales: el
ritmo estimula el tronco encefálico, la melodía afecta el diencéfalo que es la sede de las
emociones y la armonía se procesa en la corteza, relacionada con el pensamiento abstracto
(Carpio & Bermúdez, 2009). Este procesamiento multisensorial convierte la música en un
recurso accesible para enfrentar estados como el estrés, la tristeza o la ansiedad.
Además, se ha comprobado que ciertos estímulos musicales pueden modular la liberación de
neurotransmisores como la dopamina, asociados con la sensación de bienestar, y generar
cambios fisiológicos como variaciones en el pulso, la presión arterial y las ondas cerebrales
(Ancajima, 2020). Estos efectos son especialmente relevantes en jóvenes, quienes encuentran
en la música una forma de autorregularse sin necesidad de recurrir a herramientas clínicas.
Otro factor crucial en esta dinámica es el contenido lírico. La letra de las canciones no solo
transmite información emocional, sino que puede generar identificación, validar estados
internos y facilitar procesos de catarsis. Palomeque (2021) sostiene que las canciones
funcionan como espacios de contención simbólica, sobre todo en géneros donde se abordan
experiencias personales o emocionales que resuenan con los oyentes adolescentes. Así, la
música no actúa únicamente desde el sonido, sino también desde el lenguaje y el mensaje.
Este enfoque integral ha comenzado a ser aplicado en ámbitos terapéuticos, donde la música
se usa para fomentar el autoconocimiento y la expresión emocional. El análisis de letras, la
escucha activa y la creación musical pueden convertirse en herramientas valiosas para
fortalecer la salud mental en contextos educativos y clínicos (Palomeque, 2021; Lajer, Dorr &
Schwarcz, 2022).
En conjunto, estos hallazgos respaldan la idea de que la música no solo acompaña
emocionalmente a los adolescentes, sino que puede ser un recurso estratégico para su
bienestar emocional, especialmente si se promueve una escucha consciente y crítica.
A lo largo de esta investigación hemos podido constatar que la música desempeña un papel
fundamental en la regulación emocional de los adolescentes en la actualidad. Podemos
afirmar que la música es utilizada no solo como fuente de entretenimiento, sino como una
herramienta de autorregulación emocional que los adolescentes utilizan conscientemente para
enfrentar situaciones de estres, tristeza o euforia. Su efecto puede ser inmediato y profundo,
ya que influye directamente en el sistema nervioso y en la producción de neurotransmisores
relacionados con el bienestar, la dopamina y la serotonina.
La música genera respuestas en diversas áreas del cerebro, en específico en las vinculadas a
las emociones, la memoria y la atención. Esta actividad cerebral compleja permite que los
adolescentes encuentren en la música una vía de expresión emocional y una forma de
identificar y canalizar sus sentimientos. Sin embargo, es importante destacar que el impacto
emocional de la música no es igual para todos. Factores como el género musical, el estado
emocional previo, las experiencias personales y el entorno sociocultural influyen
directamente en cómo se procesa la música y qué efectos tiene en cada individuo. Asimismo,
se identificó que no solo la melodía o el ritmo influyen en el estado emocional, sino también
el contenido lírico de las canciones. Las letras pueden reforzar pensamientos negativos o, por
el contrario, proporcionar mensajes positivos y alentadores. Por ello, el tipo de música que se
escucha puede contribuir al equilibrio emocional o, en algunos casos, generar efectos
adversos si no se selecciona de manera consciente. Tomando en cuenta esta investigación, se
recomienda fomentar el uso consciente de la música como herramienta de apoyo emocional
entre los adolescentes. Es pertinente que se promueva el análisis crítico de las letras y
mensajes que consumen diariamente a través de la música, ayudando a los adolescentes a
desarrollar una escucha reflexiva. Además, se sugiere que tanto en el entorno familiar como
en el educativo se incentive no solo la escucha, sino también la creación musical como forma
de expresión emocional y desarrollo personal. La composición o interpretación musical
fortalece la autoestima, la creatividad y la capacidad de introspección. Por último, sería
valioso seguir profundizando en esta línea de investigación mediante estudios que incluyan
una mayor diversidad de contextos y participantes, con el fin de obtener conclusiones más
amplias sobre cómo utilizar la música de forma estratégica para promover el bienestar
emocional de los adolescentes. En este sentido, una estrategia efectiva podría ser integrar
programas de educación musical emocional en los planes de estudio, especialmente en los
niveles de secundaria y preparatoria. Estos programas no solo permitirían a los estudiantes
desarrollar habilidades musicales básicas, sino también aprender a reconocer y gestionar sus
emociones a través de la música. La implementación de talleres de análisis de letras, sesiones
de composición colectiva o momentos de escucha activa guiada podría fomentar una relación
más consciente, crítica y saludable con el consumo musical diario. Asimismo, se destaca el
potencial de las plataformas digitales de música como aliadas en este proceso. Estas
plataformas podrían incorporar herramientas de recomendación emocionalmente conscientes,
que sugieran listas de reproducción enfocadas en estados de ánimo específicos o en
momentos de vulnerabilidad emocional. Esto requeriría un diseño ético y empático que
considere la salud mental del usuario como una prioridad. Finalmente, futuras investigaciones
podrían abordar cómo la música influye en grupos adolescentes con contextos específicos,
como aquellos en situación de vulnerabilidad social, con trastornos del estado de ánimo o en
etapas de duelo. La comprensión más profunda de estos casos permitiría diseñar
intervenciones musicales personalizadas, que maximicen sus beneficios terapéuticos y
ayuden a prevenir riesgos psicosociales.
Ancajima, J. (2020, August 14). Influencia de la música en los seres humanos. UDEP Hoy.
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José, M. T. J. (2016). Psicología y música: estudio empírico sobre la relación entre música,
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Lajer, F, Dorr P. & Schwarcz V . (2022). La música como herramienta de regulación
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Organización Panamericana de la salud. (2024) Salud mental. P AHO
https://dialnet.unirioja.es/servlet/dctes?codigo=128719
Hecho por Emilia García